martes, 24 de enero de 2012

Punto y seguido



(18 DE ENERO DE 2012 EN EL LLANO DE PALOMARES)

10:00 de la noche, cruce de Carchelejo, en la autovía de Granada- Jaén. El punto de quedada era el Alto del Llano de Palomares, casi en la mitad de camino entre las dos capitales andaluzas, para facilitar el encuentro.

Exactamente en el momento de tomar el desvío, llamada a Antonio Teteca, para saber por dónde va, y se trata del coche que hay justo detrás. Ni adrede se puede conseguir una sincronización tal. La misma sincronización que alcanzamos durante toda la noche.

Ninguno de los 3 que acordamos acudir a este encuentro ha recordado que es noche de fútbol, por enésima vez se enfrentan R. Madrid y Barcelona. Pero poco nos importa a los presentes. La noche es buena, hay una humedad y un frío razonables y queremos aprovechar por si cambia el tiempo. Es invierno y la inseguridad climatológica es absoluta. Por si acaso…

Había muchas ganas de continuar con el estreno del 16”. Con esta atalaya, serán muchos todavía los días en que estrene: estreno en galaxias, en cúmulos, en planetas…
Por ahora, su nota es alta en cada examen. Yo diría que alcanza el sobresaliente con total facilidad. Claro, que también ayuda que la persona que lo dirige sea un excelente buscador y que la presencia de Antonio aporte esta noche una experiencia y unos conocimientos impresionantes. Y con una humildad que te conmueve más todavía.

Esta salida es importante para mí, es un punto y aparte en mi vida, no sólo astronómica sino también personal y profesional. Ilusionada, había intentado organizar algo pequeño, muchas llamadas de teléfono y correos electrónicos, pero al final me rendí ante la evidencia y ese mismo día decidimos que era mejor salir y que se apuntara quien buenamente pudiera. Y fue un acierto!!!

Una noche maravillosa en compañía de 2 cíclopes de la astronomía. Una noche en la que, incansablemente, observamos objeto tras objeto, muchos de ellos nuevos para mí.





Hoy es un día especial para mí, con el nuevo año comienzan los cambios. Siempre pienso que los cambios son buenos, pero eso no impide que esta noche sienta cierta añoranza. Son casi 4 años de astronomía, en los cuales, hemos pasado desde los prismáticos del gran almacén barato que surte a los nuevos aficionados a la observación Con un gran 16” con espejos Zambuto de lujo, de los owls a los ethos, de observar messiers facilones y planetas que parecían manchurrones a objetos increíbles, donde, incluso, poder distinguir colores.


Y, de esta manera, comenzamos, intentando verle color a M42. En los foros se dice que es posible distinguirle varios colores a este Messier adorado por cualquier aficionado, así que los 3 estamos ansiosos por hacerlo.
Aunque es Juan el que lo atrapa, es Teteca el primero en disfrutar de esta visión. La noche es buena, no hay turbulencias ni apenas humedad. Sube a la almena, y le oigo gritar, pura emoción: Se ven!!! No me lo puedo creer, hasta ahora, yo no había visto ninguno…
Es mi turno, subo las escaleras y apoyo el ojo en el E21. Y distingo perfectamente el verde alrededor del Trapecio!! No puede ser, es casi, casi como observar una foto, mejor todavía, porque está ahí, luciendo sus mejores ropas para mí, sólo para mí. Y para mis compañeros.
Dónde está el rosa? Teteca me dice que mire debajo de las 2 estrellas que hay en la parte inferior del trapecio. Fíjate bien, me aconseja. Así lo hago, y consigo distinguir un tenue color rosa “chicle”. Una vez leí que las mujeres utilizábamos nombres de colores imposibles, como melón, lima, turquesa… y chicle. Sé que no era rosa, pero tampoco gris. Era chicle.

Juan no llega a distinguir el 2º tono de igual manera. Pero sí estamos de acuerdo los 3 en el tono del verde. Ha sido el mismo para todos.

En Orión, también, tenemos un gran espectáculo, y es la NGC 2024, el cielo en llamas, es la sensación que tienes al observarla, casi sientes el fuego en tu interior al contemplarla. Pero ahí está el grado bajo cero para que  la sensación no sea completa.





Hace mucho tiempo que ansío observar una estrella. Es roja, dicen. Es una estrella de carbono, apunta Teteca. Tengo un poco de miedo, por si me decepciona, llevo tanto tiempo esperándola… Hay veces que deseas tanto una cosa, que ya no distingues si es el propio estado de esperanza y de ilusión lo que te hace feliz o si es el tener en tu mano aquello que ansiabas. Algunas veces, cuando llegas a la meta y acabas la carrera, se acaba también la ilusión y el entusiasmo. Ya está, te dices. Qué ilusiona más: el viaje o la preparación del mismo?
En este caso, afortunadamente, sucede lo contrario, colma mis expectativas, las supera: mi retina está llena de rojo, del rojo más intenso que he visto en mi vida. El rojo es mi color favorito. Para mí, representa la pasión, el coraje, la fuerza. Y eso es lo que ahora mismo estoy contemplando. Todo ello, concentrado en una diminuta bola: la R Leporis, más conocida como la Gota de Sangre.
Ahí está, a años luz de distancia, como un faro en el Universo, palpitando, mostrando la vida. Sé que “no es más que una estrella”, pero un rubí por muy pequeño que sea, no deja de ser una piedra preciosa.



Con E21, en el 16”, seguimos navegando por el cielo. Le toca el turno a M81 y M82: ya los habíamos visto con el 16”, pero no con el E21. Este ocular es impresionante, su tamaño, que casi asusta, su peso, y el milagro que consigue acercándonos a otras galaxias.
El 21 apenas logra atraparlos al unísono, así que movemos ligeramente el telescopio para ir de la 81 a la 82, que es la que más me gusta. Y ahí está, como siempre, envolviéndote…

Una nueva galaxia, que no había visto nunca, la NGC 2903. Esta galaxia me recuerda a los campos de Castilla, su llanura, en la lejanía, es como atravesar los campos de Machado. Uniformes, sin llegar a avistar su final ni su horizonte. Así es esta galaxia. La misma soledad que percibes en estos campos, es la que sientes frete a frente al universo.
La soledad, quien no la ha sentido alguna vez? Puedes estar rodeado de decenas de personas y sentirte solo. Encontrarte físicamente solo, pero acompañado por amigos que se encuentran en la distancia y que llenan tu vacío.
Basta que no tengas a quien contar tus ilusiones, tus cuitas y temores, y la soledad te cercará. La soledad… cuándo se elige y cuándo te atrapa?

Y, ahora, la NGC 891, esta galaxia, que parece barrada, es una confluencia de estrellas divididas por una frontera. Tal vez la frontera que nosotros mismos marcamos para separar la parte de nosotros que queremos mostrar y la que no.

Me gustaría ver la NGC 2359. Se lo comento a mis compañeros, pues ellos sí lo han observado con anterioridad, Teteca pronuncia las palabras adecuadas al objeto de nuestro propósito: Al ataque!!! A ponernos el casco, el Casco de Thor, que es la forma que tiene esta nebulosa en la Canis Major. Verdaderamente, parece el casco de un guerrero vikingo, el del dios nórdico del Trueno, Thor el poderoso, el hijo de Odín, que representa la fuerza y la velocidad. En esta imagen se ven claramente las alas a cada lado del escudo, alas que le proporcionarán esa velocidad. Sonrío hacia mis adentros recordando mi adolescencia cuando recuperaba los tebeos de mi tío Thor y los leía ávidamente, como cualquier lectura que haya caído en mis manos. Desde “cómics” hasta Lope o Calderón.

Son etapas de la vida, que vas cerrando, y que recuerdas con nostalgia. El tiempo de los tebeos ya pasó. No es que no vaya a volver a leer ninguno más, de vez en cuando lo hago, pero es una página más del libro que compone mi vida, página pasada, que puedes volver a releer, pero que sabes que no vas a volver a vivir.

Así es la vida, una sucesión de etapas que vas superando, unas puertas quedan cerradas para siempre. Otras, abiertas, pero, de tal manera que ya metamorfoseado, evolucionado, aunque vuelvas a asomarte no lo harás de la misma manera. No es mejor ni peor. Es distinto. La vida es evolución, y el que se estanca, muere. Deja pasar otros trenes, otras ilusiones, a la espera de un pasado que no siempre fue mejor. Por ello, en cada momento, hay que aceptar esos cambios, alegrarse por ellos, y aguardar con confianza los nuevos caminos que se abren ante nosotros.

Esta noche es así, el fin de una etapa, pero también el comienzo de otra. Lejos queda el primer Astromartos al que acudimos con un Celestron 114MM que apenas si podía montar, no tan lejos el LB 12”, o los uwan, las salidas a Jayena o a Quéntar de forma intempestiva. Sin preparativos, sin acuerdos. Si hacía bueno se salía, y punto. Pero qué bien hemos aprovechado esas escapadas. Cómo se ha mostrado el Universo ante nosotros con el LB 12”.

Ahora, es la etapa del Dobson 16” (el T2) y la fotografía, de la nueva era y los nuevos ethos, y la nueva forma de afrontar la astronomía. Supongo que no será ni mejor ni peor. Sólo distinta, más madura, tal vez, aunque, espero, con la misma ilusión.

Otro objeto, centrado en el ocular, en un primer momento, se confunde con la medusa, ya que nunca lo habíamos visto así, un par de comprobaciones en los atlas, y confirmamos que se trata del esquimal. Una rutilante estrella (muerta, comenta Teteca) protegida por una nebulosa.

Me río mucho con Antonio, con la cantidad de años que lleva en esta afición (no porque sea mayor, sino porque empezó joven), y todavía no ha perdido la fascinación por lo que ve. Su entusiasmo, su alegría, contagia, los comentarios acerca de lo que vemos, tan distinto a otras veces, hace que mi nostalgia se transforme en ilusión. Sí, cerrada una etapa, pero la ilusión continúa. Hay tantas noches, tantos cielos de los que disfrutar…





Pasamos al Triángulo, a la galaxia que lleva su nombre. Es increíble la forma en que se distinguen sus brazos, compuestos de hidrógeno, como si quisieran escapar de su encierro, liberarse y tener vida propia.

Con Júpiter, se nota un pequeño decaímiento en el ambiente y es que todos lo hemos visto mejor otras veces. Le veo menos bandas, menos color, puede ser que haya turbulencias.

Otro de los espectáculos de la noche es M46, un inmenso mar de luces en el que parece flotar una delicada flor, destacando gracias a ellas mismas, que la llevan en volandas, suavemente, sin apenas rozar sus pétalos, para evitar cualquier deterioro en esta protagonista suprema. O lo que es lo mismo, un gran cúmulo en el que destaca una maravillosa nebulosa en su interior. Una imagen de una belleza inconmensurable.

Leo es un campo de cultivo para galaxias, la 2093, una espiral barrada, en la que se percibe cómo sus brazos la protegen.  Vemos en el atlas que hay varias parejas, cerca de Algieba, y pensamos que puede ser interesante observarlas. Y nos encontramos con sorpresas, vemos más de las que el propio atlas indica: la 3191 y, sobre todo, la 3190, galaxia espiral que parece recostarse, observando lo que sucede a su alrededor. La 3236 y la 3237… El Pocket atlas se queda corto para esta nueva etapa. Hay que cambiar a otro mayor. Estamos viendo galaxias que ni siquiera aparecen en este pequeño atlas!!!!





Y es que, ahora, todo adquiere un nuevo protagonismo, lo que antes eran simples machas, actualmente te asaltan a la vista nada más asomarte al ocular. Es la evolución, la nueva dimensión.
El paso a la madurez astronómica, y con estas imágenes, quién quiere volver atrás? Un paso atrás? Ni para tomar impulso!!!

En la misma constelación del León, el famoso Triplete, increíble. Si es que faltan adjetivos cuando observas con el T2. No caben las tres en el Ethos 21, por lo que hay que deslizar suavemente el T2 para hacerlo, es una característica que posee, la suavidad de movimientos, el fácil manejo. Y, aprovechando esa propiedad, contemplamos una a una las galaxias que componen ese trío. La tercera, LA NGC 3628, queda algo más alejada, a la derecha, pero las otras 2 podemos capturarlas a la par, deleitándonos ante tal definición y puntualidad.

Y también cayeron la pequeña Dummbell (la M76), sobrecogedora la imagen tras el T2, el Búho, como una bolita de algodón, y M108. M51, que esperábamos más difusa de lo que la vimos, pues aún está demasiado baja, M37 en Auriga, M3… Todo es conocido y todo es nuevo a la vez.
La nueva óptica desde la que observamos nos anima en sobremanera.

Hay cosas que no me da tiempo a observar, pues esta noche estoy realizando otra actividad novedosa: ayudar a Antonio a tomar los datos para el proyecto NixNox, del que es colaborador. Me siento importante, anotando sus cálculos… Sé que Juan ha visto la Rosetta, y algún objeto más, pero yo estoy absorta en la toma de datos de las mediciones que realiza Antonio.





La emoción de los 3 ha ido incrementándose durante la noche hasta llegar a este momento álgido, en que cobra protagonismo el guerrero, el luchador, el dios Marte. Nuestro planeta más cercano.

Hasta ahora, la imagen que tenía de Marte era casi grotesca. Una mancha borrosa, sin color, sin apenas interés. El año pasado alcancé a verlo, pero fue una decepción total. Yo esperaba ver algo consistente como Júpiter o Saturno, y cuál fue mi sorpresa cuando ví “aquello”.
Pero la verdadera sorpresa es la de esta noche.





Como siempre, Juan sitúa (el telrad está perfectamente acoplado y eso ha facilitado enormemente las búsquedas), Antonio se asoma y lo oigo gritar: Me estáis engañando!! Me asombra oír esas palabras por parte de Antonio, que es la amabilidad personificada. Pero está riendo, claro. Me estáis engañando!, prosigue, esto no es una imagen directa, es una foto que habéis puesto en la boca del teles para que yo acabe trastornado esta noche.
Este Antonio… Andaluz tenía que ser.
Me asomo a verlo yo, y “voilá”, o es que yo también soy andaluza o es que estoy viendo Marte como jamás imaginé.

Esta imagen no tiene absolutamente nada que ver con la del año pasado. Esto es un planeta, EL PLANETA, más parecido ya, a las fotos que he visto por internet. Los colores, el rojo vivo, puro fuego, el casquete, perfectamente definibles, en color blanco brillante, casi a punto de separarse del propio planeta, dándole una forma ovalada. Parecía que tenía vida propia, separada del propio planeta.  Marte, pero dónde has estado hasta ahora? Quien quiere un príncipe azul cuando puede poner un rojo y aguerrido Marte en su vida? Si hasta es distinguible el símbolo en su coraza, el signus major.

Ha pasado casi una semana desde que tuvo lugar esta observación, y todavía está grabada en mi retina. Es imposible olvidar esta imagen. Quiero volver a verlo cuanto antes.

Y, de esta manera, finaliza la noche, qué mayor colofón a la velada que la escena de un guerrero abriéndose paso en el cielo para mostrarse a estos espectadores en todo su apogeo, demostrando su fuerza y ganas de luchar. Y eso es lo que transmite.

Recogemos el armamento y regreso a casa. Me gusta hacer un repaso mental en el coche, a la vuelta, de lo que he visto y las vivencias que he tenido.

Pensaba titular esta narración como punto y aparte, con la cantidad de cambios que se avecinan en mi vida, tanto laborales, personales, como astronómicos. Pero no, releyendo y reflexionando sobre lo escrito, prefiero pensar que es un punto y seguido.

Tal vez el instrumental no sea el mismo, tal vez sea el momento de los NGC, de nuevos horizontes, nuevos atlas para poder guiarse por ellos, tal vez las distancias sean mayores, pero el cielo siempre estará ahí. Abierto a nosotros, te encuentres donde te encuentres, si miras arriba, verás la misma estrella, recordarás la misma nebulosa, y las ganas de continuar hasta el final de este camino que empezamos hace casi 4 años, serán las mismas.




viernes, 13 de enero de 2012